“¿Para qué me llamaron otra…?” exclamó Érica Jones cuando entró en la oficina de la detective Hobson.
Madre e hija, que llevaban años sin verse, no dijeron ni una palabra, solo se abrazaron y lloraron juntas.
“¡Pensé que K te había asesinado!” dijo Érica mientras se secaban las lágrimas.
“Érica, tienes que decirles lo que sabes del diamante. ¡Diles!” respondió Penélope Britt. Los cinco detectives se quedaron mirando a la Señorita Jones esperando su confesión. Érica se tragó sus lágrimas, irguió su espalda y dijo, muy seriamente: “Elsa es K.”
